La Invención de la Naturaleza

El Nuevo Mundo de Alexander Humboldt

Andrea Wulf ( (C) 2015)

Editorial Taurus, México 2016.

 

De los libros que leí en 2019, éste fue, sin duda, mi favorito. Una biografía de Alexander Von Humboldt, escrita por la británica Andrea Wulf, que después de realizar una investigación exhaustiva sobre el personaje, logró una obra maravillosa, muy bien documentada y amena, que sin duda ayudará a reinvidicar el nombre de este explorador, científico, poeta, soñador y visionario.

En algún momento pienso hacer una reseña sobre él, quizás cuando termine de releer los cientos de frases que marqué. Por lo pronto, aquí dejo algunas citas.

[acerca del lago Valencia en Venezuela] “Con sus investigaciones llegó a la conclusión de que la tala de bosques circundantes y el desvío de las aguas para regar habian hecho descender los niveles”.

“Fue ahí en el lago Valencia, donde Humboldt desarrolló su idea del cambio climático provocado por el ser humano. […]

Cuando los bosques se destruyen, como han hecho los cultivadores europeos en toda América, con una precipitación imprudente, los manantiales se secan por completo o se vuelven menos abundantes. Los lechos de los ríos que permanecen secos parte del año, se convierten en torrentes cada vez que caen fuertes lluvias en las cumbres.  La hierba y el musgo desaparecen de las laderas de las montañas con la maleza, y entonces el agua de lluvia ya no encuentra obstáculo en su camino: y en vez de aumentar poco a poco el nivel de los ríos mediante filtraciones graduales, durante las lluvias abundantes forma surcos en las laderas, arrastra la tierra suelta y forma esas inundaciones repentinas que destruyen el país. [Alexander Humboldt, Personal Narrative, 1814 – 1829]“.

“[…] en el lago Valencia Humboldt empezó a entender la deforestación en un contexto más amplio y extrapoló sus análisis locales para advertir que las técnicas agrícolas de su tiempo podían tener consecuencias devastadoras. La acción de la humanidad en todo el planeta, advirtió, podía repercutir en las generaciones futuras.”

Humboldt lo entendió hace más de 200 años, y aún  hoy hay tantos que siguen poniendo en duda que la actividad humana ha tenido un efecto negativo en el clima del planeta.

“El hombre puede actuar sobre la naturaleza y apoderarse de sus fuerzas para utilizarlas – escribiría Humboldt más tarde – solo si comprende sus leyes. La humanidad, avisó, tenía el poder de destruir el entorno, y las consecuencias serían catastróficas”.

¿Será evitable la catástrofe que Humboldt presintió? Para algunos -millones de personas- ya no lo es.

Para apagar la casa en llamas, no basta…

Queimadas destroem 78% da biodiversidade da Amazônia ...Todos nos conmovimos con la imagen del Amazona en llamas. Medio millón de hectáreas de selva quemándose simultáneamente fue algo difícil de dimensionar. Yo no podía hacerme una idea clara de lo que eso significaba. Recurrí a internet y comencé a darle vueltas al Google Earth y a investigar en Wikipedia para tratar de entender que tan grande era el incendio. Para ponerlo en términos más entendibles, lo comparé con los estados de México y me di cuenta de que el problema era realmente mucho mayor de lo que inicialmente imaginé: una superficie casi del tamaño del estado de Colima hecho cenizas. O para ponerlo en términos más internacionales, dos veces la superficie de Luxemburgo, una sexta parte de Bélgica, o el 1% del territorio de España. Es una extensión impresionante.

Pero por supuesto no es únicamente el territorio que quedó borroneado en el mapa, son los animales y las plantas – alrededor de 3 millones de especies de plantas y animales vivían ahí-, es el oxígeno que dejará de producir la selva y el CO2 que dejará de absorber. Y de inmediato me viene a la mente la imagen tantas veces mencionada en noticieros y diarios del Amazonas como pulmón del mundo, como un pulmón enfermo. Y más imágenes aterradoras de Tucanes y guacamayas surcando los cielos llenos de humo; las no mostradas pero que pueden imaginarse de nutrias, manatíes, ocelotes, jaguares, pumas, monos, osos hormigueros, armadillos y un largo etcétera, huyendo por instinto o pereciendo en la gran hoguera.

Estos incendios no son solamente una catástrofe medioambiental. El territorio arrasado por el fuego era también el hogar de más de un millón de personas y los incendios, que se presume, fueron provocados -más de 70000 incendios en lo que va del 2019 no pueden ser accidentales- entonces hablamos de un genocidio. Varias tribus indígenas, incluyendo a las llamadas tribus no contactadas, han sido amenazadas y desplazadas desde hace décadas por madereros, cazadores furtivos, mineros, ganaderos, legales e ilegales que ambicionan y explotan los recursos del Amazonas, ahora vieron reducido a cenizas su hogar -aún se desconoce el número de víctimas humanas.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, alentó y legitimó -según múltiples medios de información- a que estos arrasa-selvas prendieran fuego para así, poder utilizar los recursos dentro de su territorio.

Yo me pregunto con un nudo en la garganta, ¿por qué llegamos a este punto? ¿Por qué una persona que no cree en el cambio climático, que menosprecia los recursos naturales e inmateriales que provee un ecosistema como el Amazonas y que incluso desprecia a las personas a las que se supone que gobierna, puede llegar a ser presidente? ¿Por qué seguimos actuando como si no pasara nada, sólo un incendio a miles de kilómetros de distancia? ¿En qué momento nos volvimos tan indiferentes ante algo que nos afecta a todos?

Estamos ante una inminente extinción masiva de especies y sólo nos sentimos momentáneamente conmovidos por la imagen de un mono araña bebé contemplando a su madre carbonizada. Estamos ante una catástrofe que todos provocamos y no hacemos nada.

No quiero sonar como si fuera uno de los cuatro jinetes del apocalipsis anunciando el fin del mundo, ni siquiera como un ecoevangelizador libre de culpa. De verdad no sé qué hacer para ayudar…

Durante los días en que el incendio parecía imposible de controlar, escuché a muchas personas pidiendo hacer cadenas de oración para rogar que lloviera en las zonas afectadas, leí muchos memes en los que criticaban a quienes donaron dinero para reconstruir Notre Dame y que no hacían nada para “reconstruir” el Amazonas. Algunos decían que no podían ir a combatir el fuego directamente, pero que desde su trinchera hacían lo que podían. Pero hacer oración y “crítica” a través de memes no basta.

Como dijo Emmanuel Macron, presidente de Francia, nuestra casa está en llamas. No podemos sólo orar, conmovernos con las imágenes e indignarnos con las noticias o con los memes para quienes no tienen siquiera la disposición de leer los diarios. Tenemos que hacer algo todos, basta de pensar que alguien más debe solucionar el problema.

Escuché también otros llamados a la concientización un poco más pensados en los que se invitaba a sembrar árboles, a consumir menos carne, a no tirar basura en la calle y a separar los desperdicios en casa, a unirse a campañas de reforestación, a usar ecosia en lugar de Google como navegador de internet, etc. Medidas, todas, muy importantes, pero que ya no bastan.

Considero que la raíz de esta tragedia ecológica está en nuestros patrones de consumo porque a final de cuentas la sobreexplotación de los recursos naturales es ocasionada porque hay una demanda de estos recursos. Para explicar esta hipótesis, doy primero dos ejemplos no directamente relacionados con los recursos naturales.

Pensemos primero en las drogas: ¿Por qué hay un mercado ilegal estupefacientes, que es una de las principales causas de violencia en México? Porque hay una gran demanda de drogas y el hecho de que sean ilegales, lo convierte negocio muy redituable tal que, hay muchos grupos delictivos dispuestos a quedarse con el mercado al precio que sea.

Otro ejemplo es el robo de autos. ¿Por qué hay tanto robo de autos en México? Porque hay personas dispuestas a comprar partes robadas, dado que son considerablemente más baratas que las piezas de agencia. En el momento en que nadie compre piezas robadas, robar autopartes dejará de ser redituable. El mismo razonamiento que con el huachicol: si se acaba la demanda de combustible robado, se acabará el robo de combustible.

Y ahora sí, un ejemplo relacionado con la naturaleza: El tráfico de especies provoca la disminución e incluso la extinción de algunas especies animales, además de que genera violencia por la caza furtiva. ¿Y quien es responsable de esta cadena de calamidades? El consumidor. El que compra las especies silvestres, aún cuando lo haga por compasión o porque quieren una mascota exótica. Cada animal silvestre que es sustraído de su hábitat es una posibilidad menos de reproducción de la especie. La pesca ilegal de totoaba en el Golfo de Baja California, la de tiburones y ballenas en zonas protegidas, la caza de tortugas, de jaguares, de venados y miles de especies más en reservas ecológicas, existen porque hay consumidores de ellos.

Pienso en todos los negocios ilegales y caigo en la misma conclusión: No dejarán de existir mientras exista la demanda.

Entonces podemos pensar que nosotros no somos responsables de esta tragedia ecológica si no consumimos esos productos ilegales. La tragedia es tan grande, que ya no basta con no consumir productos ilegales. La sobreexplotación de los recursos naturales, legal o ilegal, ocurre porque existe una sobredemanda de ellos.

Y entonces ¿qué podemos hacer? Además de plantar los árboles, de sumarnos a campañas de reforestación, de denunciar a cualquiera que cometa delitos ecológicos; además de reducir el consumo de carne de res -el ganado vacuno necesita mayores extensiones de terreno que el porcino o el aviar-; además de separar la basura, de reutilizar, reciclar y reducir; además de usar ecosia en lugar de Google; debemos de ser consumidores consientes.

Debemos de comprar solamente lo necesario, debemos de eliminar el desperdicio, debemos de verificar el impacto que tienen los productos que adquirimos y debemos de usarlos el mayor tiempo posible. Pienso en los productos electrónicos que se desechan en lugar de repararse, en los teléfonos celulares que se cambian sólo para tener el modelo más actual, en la ropa que se descarta porque cambia la moda y en tantas otras cosas que desechamos teniendo aún vida útil.

Si bien nosotros no fuimos quienes prendimos fuego al Amazonas, debemos pensar cuál es nuestra pequeña contribución al gran incendio que sufre el planeta.

Todo lo que consumimos tiene una repercusión en este ecosistema global que compartimos. Hace mucho tiempo que rompimos el equilibrio ecológico, nuestra casa está en llamas. Ahora es tiempo de que nos hagamos responsables de la parte que nos corresponda y apaguemos el gran incendio.