Un Amor
Sara Mesa
Editorial Anagrama
Hablar de un aislamiento autoimpuesto, después de que en 2020 todos tuvimos un aislamiento forzado a causa de la pandemia, resulta un poco difícil de imaginar. Sin embargo, todos hemos deseado alguna vez sustraernos de la sociedad, desaparecer por un momento, borrar todo rastro de existencia.
En el libro Un Amor de Sara Mesa, Natalia, la protagonista busca llegar a ese territorio de inexistencia en el cual se borra la historia personal, o en cierto modo, se resetea la vida. Natalia se muda a un pequeño pueblo llamado La Escapa con la intención de dedicarse a hacer traducciones literarias, pero con el oculto propósito de dejar atrás su anterior vida como traductora de documentos oficiales. Sin embargo, Nat no logra ni la concentración ni el aislamiento deseados, y comienza a relacionarse con los habitantes del pueblo que desde su llegada comienzan a entrometerse en su vida de distintas formas.
El primer desencuentro lo tiene con el casero que, además de ser hostil y grosero, constantemente le echa en cara que le hizo un descuento por la casa que le renta y que cualquier desperfecto debe ser reparado por su cuenta.
Y es precisamente un desperfecto doméstico, el que relaciona a la protagonista con otro personaje del pueblo, a quien muchos le llaman simplemente el alemán, y con quien Nat establece una extraña relación, que se vuelve central en la novela.
Todos los vecinos de La Escapa son como expectadores, jueces e inquisidores de la vida de los demás, en especial de la de Natalia, por ser la recién llegada. Todos, muestran una animadversión hacia ella, hasta el perro que le regala el casero, y que también tiene un papel importantísimo en la novela. Y a pesar de este ambiente casi irrespirable, Nat decide permanecer ahí.
Un Amor, me recordó la maravillosa película de Lars von Trier, Dogville (2003), protagonizada por Nicole Kidman. Esta película tiene la característica de que toda la escenografía consta tan sólo trazos sobre el piso de un escenario de teatro; pero lo que la hace realmente maravillosa -además de la actuación de Kidman- es la trama de una mujer que comienza siendo amable con todos los habitantes del pueblo, quizás para ser aceptada, y termina siendo subyugada por ellos.
El primer libro que leí de Sara Mesa fue Cicatriz y me encantó. Quizás eso hizo
que pusiera las expectativas muy altas al leer Un Amor, y aunque no puedo decir que me desagradó del todo, al hacer la irremediable comparación Cicatriz me parece mucho mejor.
Algo que me llamó mucho la atención sobre estos dos libros de Sara Mesa, son los títulos. En Cicatriz, la palabra que le da título al libro, apenas aparece una o si acaso dos veces en todo el relato. Mientras avanzaba y me metía en la historia, trataba de imaginar a qué cicatriz se referiría la autora para darle título al libro, y cuando por fin la encontré, me cayó como balde de agua fría. En Un Amor, el amor es precisamente el gran ausente. No recuerdo una sóla mención de la palabra, ni siquiera una referencia implícita a tal cosa.
Ambas novelas retratan relaciones personales muy fuera de la norma, enfermizas podríamos decirles. Sus protagonistas se adentran por voluntad propia en estas relaciones oscuras, se dejan llevar y de pronto se encuentran caminando en tierras pantanosas de las que les resulta imposible salir.
Al terminar Un Amor, me quedé pensando si alguno de los personajes es realmente la representación del amor, o si no se trata precisamente de esa búsqueda interminable por encontrar el amor, por la que la protagonista acepta tantas vejaciones. Quizás el amor que más buscaba era el amor a sí misma.
Sin duda, seguiré de cerca las próximas publicaciones de la autora.