Reporte de la FIL
Siempre es reconfortante estar rodeado de libros y de personas que comparten el amor por las letras. Y en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que es el evento más importante del mundo editorial de habla hispana, la sensación es aún más agradable.
Acabo de estar por allá y en tres visitas de medio día no alcancé a revisar todos los stands con el grado de detalle que me hubiera gustado. Fue un poco masoquisa de mi parte, pues de antemano sabía que mi deseo de adquirir sería más poderoso que mi capacidad de leer y sobre todo de comprar. Finalmente, adquirí algunos nuevos libros que ahora yacen amontonados en los saturados libreros, en espera de su turno.
La mejor parte, sin duda alguna, fue ver en compañia de mis Julietas el concierto de Luis Pescetti. Sobre todo ver bailar a la Petis y emocionarse por oir en vivo las canciones que ya sabía de memoria. Hasta disfrutó el juego aquel de “…era una ballena gorda, gorda, gorda, que quería ser, la más bella del mundo…”, que normalmente, cuando lo escucha en disco, quiere adelantarlo. El tipo es divertidísimo y me encanta que haga desatinar a los niños.
También me gustó mucho el entrecomillado taller literario impartido por Benito Taibo y Nacho Padilla, en el que, más que develar sus secretos de escritores, nos platicaron anécdotas de libros. Y el “nos” fue precisamente una de las mejores partes del taller, pues se refiere un grupo totalmente heterogéneo de aspirantes a aprendiz de escritores. Desde 18 hasta 34 años; hombres, mujeres y quizás quimeras; periodistas, fotógrafos, profesores de narrativa, historiadores, licenciados en letras, filósofos, un estudiante de ingeniería civil, un químico farmacobiólogo y tres descarriados ingenieros, que formaban la treintena de atentos escuchas. Las recetas para bien escribir, por supuesto, nunca llegaron. Sin embargo, yo me quedo con las siguientes ideas:
1. Para la ambientación, la única regla, es que no hay reglas. A unos les funciona escribir de día, a otros de noche. En silencio, o con música. A mano, en computadora o máquina de escribir. Allá cada quien.
2. Se necesitan vocación, pasión y oficio. Las dos primeras son involuntarias, el tercero es cuestión de trabajarlo, y la mejor manera de hacerlo es leyendo y escribiendo.
3. Ignacio Padilla, entró en el mundo de la literatura, no a través de un taller literario, sino a través de su círculo de amistades. Y las mejores críticas para sus escritos siempre vienen de sus cuates.
4. Es importante leer y luego tratar de imitar la voz de nuestros autores favoritos; de esa manera podremos llegar a reconocer nuestra propia voz. Y cuando la encontremos, debemos deshacernos de ella.
5. Hay espacio para todas las formas de escritura. No sobran escritores, lo que faltan son lectores.
Un abrazo al grupo de autoayuda.